Tendría 7 años cuando mi mejor amiga, Mª Luisa, me regaló está postal. Me fascinó entonces, era de esas postales con efecto tres dimensiones, parecía que podías meterte dentro. Nunca había visto algo así. Su hermana Antonia se la regaló a su otra hermana Loli por su santo. Se la envió desde Barcelona a Madrid. Loli se la dio a mi amiga Mª Luisa, ella me la regaló a mi. Siempre me pareció que tenía encanto, era especial. Me la traje de Madrid a Holanda, y la guarde, olvidada durante mucho tiempo.

Un día se la saqué a mi hija, tendría unos 6 años, no pareció gustarla especialmente. La dije que podía utilizarla como marca libros. Pasado un tiempo la eché en falta, hacía que no la veía. La buscamos por todos sitios, no apareció. En ese momento de perdida me di cuenta de lo que realmente valoraba ese objeto.

Casi un año después fui a la biblioteca con Julia buscando algún libro para ella. Al intentar sacar uno de la librería se cayeron al suelo 8 y de entre ellos la postal. Increíble, era magia, un cuento real.

Ahora la tengo en mi mesilla y de vez en cuando la saco y recuerdo está historia. No puedo evitar sonreír. Parece haber hilos invisibles que unen las cosas.

Fotos: Ángeles Nieto

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